La gran mayoría de los establecimientos educacionales ha comenzado su periodo de vacaciones de invierno, ansiadas y necesarias ante una diversidad de desafíos que nos sacuden a diario en nuestro quehacer educativo. Si bien es cierto, el tiempo posterior a la pandemia ha desatado una serie de sucesos que nos han hecho buscar distintas alternativas para combatir la violencia, deserción, vacíos pedagógicos, disrupción, entre otras situaciones que nos alejan de nuestros objetivos y nos hacen replantear nuestro trabajo.
La labor docente, es un pilar fundamental para nuestra sociedad en su construcción absoluta. Es un trabajo continuo e indispensable, que asegura la formación de una sociedad justa, veraz, responsable y libre. La labor docente se ha visto abatida en estos nuevos desafíos educativos y formativos, y para rescatarla es clave reformular nuestros esquemas pedagógicos, desde lo ministerial a lo individual. Entregar herramientas a los docentes y priorizar su autocuidado, es una forma de mantenerlos confiados y animados a seguir educando, formando y aprendiendo, y junto con ello, incluir a todos los asistentes de la educación que prestan apoyo y fortalecen el proceso de cada establecimiento educativo.
Es necesario actualizar nuestras herramientas, conocer e interiorizar los aportes de la neurociencia, priorizar la educación socioemocional no solo de los educandos, también de los que trabajamos con ellos, desterrando la idea de que lo académico es punitivo y numérico. Erradicar lo que no conecta entre las personas, humanizar la labor docente y parental, trabajar en conjunto con las familias como factor de cambio y permanente en nuestros planes de gestión de la convivencia escolar y proyectos de mejoramiento educativo.
La educación debe evolucionar para optimizar la construcción de los aprendizajes en nuestros niños, niñas, adolescentes y porque no, también de nosotros, permitiéndonos adoptar competencias nuevas que modifiquen las antiguas y autoritarias, velando además por la salud mental de los agentes educativos.
Hoy el desarrollo de las habilidades sociales es más complejo, y se nos hace absolutamente necesario, ser aprendices y ejecutores de nuevas miradas, nuevas instancias de conocimientos, pues no podemos permitir que los docentes abandonen su labor por falta de apoyo, por desmotivación, cansancio y/o falta de confianza del sistema educacional. Cabe mencionar, que afortunadamente ya se habla de formación socioemocional e inteligencia emocional, pues además los grandes aportes de la neuroeducación ya se están familiarizando con nosotros.
