La situación de la educación pública en la Región de Atacama se encuentra en un estado de emergencia. Ya son más de 50 días de paralización, en protesta contra las condiciones deplorables de infraestructura en las escuelas públicas que han sumido a la región en un caos absoluto con más de 30 mil estudiantes de 46 establecimientos sin clases.
La causa raíz de esta crisis apunta directamente al proceso de desmunicipalización, un intento de transferir la administración de las escuelas desde los municipios a Servicios Locales de Educación Pública (SLEP). Sin embargo, para entender la génesis de este problema quizás debemos trasladarnos a la reforma educativa de la ex presidenta Michelle Bachelet que en el año 2017 promulgaba de manera grandilocuente la Ley de “Nueva Educación Pública”, esa Ley había ingresado dos años antes como parte de la prometida reforma educativa de la ex presidenta.
Al promulgarse esta normativa, la Ministra de Educación de la época Adriana Delpiano señalaba con emoción que era “una de las reformas que en lo personal, más me emociona. Porque sé cómo es una Educación Pública del Estado. Porque lo vi y fui testigo de cómo marcaba los estándares”.
La presidenta Bachelet iba más allá y señalaba “con la Nueva Educación Pública, avanzamos en garantizar el derecho de todos los niños, niñas y adolescentes de Chile a una educación de calidad, independiente del lugar donde vivan” incluso ante la pregunta de ¿Por qué es tan importante para Chile recuperar su educación pública? la ex presidenta respondía “Porque es la única que puede garantizar que la educación sea un verdadero derecho para las personas, en cualquier localidad y con los mejores estándares de calidad”
Hoy después de algunos años de implementada dicha reforma, los resultados parecen estar muy lejos de esas promesas que según las autoridades de la época sería la solución a todos los problemas de la educación pública para alcanzar la anhelada “educación de calidad”
Hace solo unos días, la Contraloría General de la República emitió un Informe de Auditoría realizado al proceso de implementación e instalación de los seis Servicios Locales de Educación Pública que ya se encuentran en funcionamiento y las conclusiones son lapidarias. Se evidencia una serie de faltas graves que derivaron en la instrucción de un procedimiento sumarial tanto en la Subsecretaría de Educación como en la Dirección de Educación Pública, instituciones encargadas de este proceso.
El Ministro de Educación Nicolás Cataldo, que ha sido criticado duramente por la inacción frente a la grave situación, ha señalado que “la desmunicipalización está en un riesgo importante” complejo poder reconocer esta situación, ya que fue parte importante desde los inicios de este proceso, durante el gobierno de la expresidenta Bachelet, donde fue el encargado de negociación ante el Congreso para sacar adelante esta reforma. Donde otros actores relevantes que tuvieron gran participación y que hoy son parte del gobierno actual Miguel Crispi (Jefe del segundo piso) y Javiera Martínez (Directora de Presupuesto del Ministerio de Hacienda) poco o nada han hecho por sacar adelante este proceso.
Para colaborar a solucionar la crisis que atraviesa la educación pública, son muchas las tareas por realizar como: asegurar que las escuelas públicas cuenten con infraestructura adecuada, mayor participación de la comunidad local, programas de apoyo focalizados, una participación más activa de las autoridades y fundamentalmente un buen uso de los recursos financieros.
Las utopías son fáciles de construir, pero difíciles de alcanzar, como alguna vez expresó Matilde Asensi “las utopías son como estrellas. Nacen, brillan y se apagan” y las miles de familias afectadas, ya no quieren más promesas incumplidas, porque esas promesas lo único que demuestran es o falta de voluntad o incapacidad para cumplirlas.
Lo más lamentable de esta crisis es que los mismos que impulsaron y desarrollaron esta reforma educativa, prometiendo que era la solución a los graves problemas de la Educación Pública, hoy ni siquiera son capaces de gestionarla.
