Desierto de Tarapacá, el vertedero clandestino de la Moda 

  • Cada año, alrededor de 59 mil toneladas de ropa que no se vendió en EE.UU. o en Europa termina su “vida útil” en el puerto de Iquique y de ahí parte a basureros abiertos en Alto Hospicio y a la pampa nortina. Lo que se sanciona en países desarrollados, acá queda en la impunidad por falta de legislación adecuada y mayor cultura ambiental. 

Por Isabel Frías Periodista de la UC

La imagen que los chilenos tienen del desierto de Atacama está alejada de la realidad: Si las personas asocian la pampa a un terreno extenso y vacío, esa imagen simplemente no se corresponde a la realidad. 

Mucho turismo inconsciente deja huellas de desechos por todos lados. Los saqueadores profesionales depredan sitios arqueológicos. Bandas criminales arrasan con especies nativas de cactus. 

Completa la postal un hecho de la máxima gravedad, pero a la cual contribuyen los ciudadanos devenidos en consumidores de ropa “a la moda”: Tarapacá, al igual que sus dos regiones vecinas, han sido convertidos en vertederos clandestinos de aquellos que siguen la moda, exhiben tenidas nuevas cada día en sus cuentas por redes sociales y se jactan de gastar su dinero con el último grito de la tendencia mundial. 

TÓXICOS SIN LEY

La denuncia viene –hay que decirlo– desde las organizaciones ambientalistas internacionales del viejo continente, ya que en nuestro país la agenda pública no alcanza a este drama silencioso. 

Por estos días circulan en Europa fotografías donde del desierto de Atacama, ya no con dunas de arena, sino con ropa no vendida del año pasado y que procede de otros continentes. 

Cualquier sitio del desierto parece ser útil para que las empresas y particulares se deshagan de ropa que fue lanzada al mercado años anteriores y que –por diversos motivos- no se vendió. 

Sin mayor responsabilidad sobre el impacto de sus actividades comerciales, grandes empresas y factorías mundiales de ropas –generalmente instaladas en países pobres de Asia– para eliminar aquel stock que no lograron comercializar, suelen recurrir primero a quemarla. 

Sin embargo, cuando acumulan una cantidad muy voluminosa, optan por dos caminos: Uno es venderlo a mercados de “segunda mano” en locales tipo “outlet” o enviarse en containers para que esta ropa sea enterrada” en algún sitio del que nadie quiere enterarse y que, en la mayoría de los casos, el contacto de esa tarea procede sin mayor trámite a tirarla en algún sitio del desierto. 

La idea es, básicamente, deshacerse de estas toneladas de ropa en un lugar lejos de lugares habitados y… nada mejor que territorios como el norte chileno, donde no hay cámaras, y el desierto opera como un testigo mudo. 

Aparte de la irresponsabilidad de estas malas prácticas, la ciudadanía debe considerar que estas piezas en muchos casos son sometidas a baños con químicos, cuya composición suele contener diversas toxinas peligrosas, las que se liberan una vez que están al aire libre, donde son depositadas estas cargas aire. 

ROPA DURABLE

Otra preocupación ambiental (por las consecuencias futuras sobre la naturaleza) son la composición de las telas con que han sido confeccionadas las prendas: Esta materia prima incorpora tóxicos y tinturas que no se biodegradan y están prohibidos en los países desarrollados, pero que en las naciones pobre o en desarrollo (como Chile) aún no existe la legislación para proteger a las personas y al medioambiente de manera eficaz. 

Este efecto de la también llamada “moda rápida” ya comienza a ser monitoreada y se manejan ciertos números: Los envíos vienen con la misión de revenderse en América Latina, pero unas 20 mil toneladas logran ese objetivo 

Como contrapartida, cada año alrededor de 59 mil toneladas de ropa que no se vendió en EE.UU. o en Europa termina su “vida útil” en el puerto de la ciudad de Iquique, en la región de Tarapacá.

Y una parte de esta importación anti-medioambiente van a parar a vertederos clandestinos que rodean la comuna de Alto Hospicio  

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